viernes, 4 de junio de 2010

.Apollinis sagittae numquam timevi.



A saetas apolíneas jamás temí
mas de aquellas de cupido Mi cuerpo huyó. Sed

Laxo era mi animo y peligroso el camino.
Anduve sólo entre frescos arboles llenos de silencio.
Mis piernas se cansaron y de agua salina la tierra se nutrió;
agua funesta que las plantas marchito, y lamentos a la tierra provocó

Y en tal pena, Cupido se presentó, y sobre mi oído vertió dulce palabra:

"Hombre lánguido, de mí, Amor, vacío,
tus piernas ya no marchan y tu animo está marchito.
Ágil eres y esquivas mis saetas,
mas ahora aquel talento te está desfalleciendo.
Toma mi saeta y Aguza tu piel, te hará bien;
agua roja brotará,
pero tus acuosos ojos dejaran de salar tu piel y el prado".

Mi pena era grande pero en duda me mantenía.
Entonces, Cupido arremetió incitante discurso:

"Punza ya tu piel con la flecha dorada,
alas con plumas, similares a las mías, de tu espalda surgirán
y fémina figura alba, similar al ángel cristiano, te devolverá el ánimo.
Tus cansadas piernas reposarán y atrapado en sus cabellos largos y delicado cuerpo
te regocijaras, te sentirás dichoso y volaras con los ojos cerrados."

Conmovido y excitado laceré mi tejido
y de entre mis omóplatos plumas blancas surgieron.
Y entonces te miré, fémina figura prometida.
Sacudí torpemente mis recientes alas hacia ti.
Mi ánimo llenaste y Amor, que habitaba en mí, hizo te cargara y volara.

Los párpados cerrados y una sonrisa eterna mantuve.
Sonreíste y disfrutaste por algún tiempo conmigo,
más el cielo, aves y viento (yo) te cansaron.

Un día me miraste y yo mantenía la mirada con párpados cubierta
Y mi sonrisa ahora ya era desdeñable, boba.
Me seguiste mirando. Al mismo tiempo, pensabas
y te tomabas de hilo que dorado y lleno de diamantes te pareció.

Los ojos cerrados no me permitían ver la luz
y volaba confiado, acariciando tu piel alba, a veces rosada.
Volábamos en torno a Boreas, y era tibio, húmedo.
Al tiempo que escuchaba en las aves: cantos Órficos para Euridice.



Mis músculos se tensaron y tire mi cabeza en dirección a la espalda
y apreté los dientes mientras gemí y contraje todos los músculos del rostro
pero jamás te solté y el terrible dolor incrementó.
Quise mirar pero Febo me lastimaba, y cuando al fin lo logré:
Mire tu boca, estaba sangrada y tus pupilas fijas y dilatadas me miraban.
Te pregunte: "quién ha sido, quién ha sido"
y con furia pensaba matar a aquel que te hubo causado daño.

No contestabas, sólo me mirabas.
Con furia te apartabas de mis brazos y yo a ti me aferraba.
Sin embargo, dijiste en latina lengua: "Ego te non ultra amo"
Y mi fuerza disminuyo y el animo cesó. Te soltaste de mí.

Te quedaste suspendida en el cielo
tomada de un hilo de pirita y zirconia
Mientras yo caía del cielo con laceradas alas.

¡Oh alas albas! extensión de mi carne,
sin compasión han sido arrancadas.
Ahora, el resto de ustedes, alas mías,
manchadas de: salobre saliva, carmín liquido y secos residuos marrón sobre las plumas, serán evidencia de mi dolor.

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