jueves, 26 de agosto de 2010

De la relatividad del tiempo (Del amor repentino, inconcebible y acelerado)

El tiempo es ese quien que, permite que cada sensación, acto, pensamiento, sentimiento, etcétera ocurra en él. Es un lienzo blanco que deja llenarse de pigmentos.

Hay una concepción -antiquísima- del tiempo que relaciona ,y así mismo, limita, los movimientos celestes con respecto a las actividades básicas del hombre ( al menos dormir, estar en vela); pero que se ha sofisticado a través de los siglos; pasando desde relojes de arena y de la medición que los romanos hacían con sus relojes de luz horologium (hora prima, hora secunda, hora tercia... hora sexta), hasta la utilización, individual, pero sincronizada en masa, del uso del reloj.

Pero esta percepción del tiempo y aceptación del mismo, es, principalmente, social, aunque primigeniamente biológica. Mas el hombre, humano o como se desee llamarle, no es un ente más en la tierra; tampoco es un ser vivo que se limite a las relaciones de luz y sombra de la tierra ni a los eventos fortuitos celestes -pues como simple ejemplo ahora son las 4:00 am, escribo esto y sólo he de dormir cuatro o cinco horas-. Así pues, estas relaciones serán poco relevantes para la percepción de la verdadera duración de un día o una hora de un hombre. Por otro lado, en lo que refiere al aspecto social del tiempo, he de decir que las actividades obligatorias o programadas en horas, para realizar una actividad bien responden a esta concepción del tiempo. No obstante, la percepción del tiempo no depende de la casi perfecta división matemática de los segundos, minutos, horas, y años, sino de los sucesos que ocurran en El Tiempo, pues el hombre tiene conciencia, sentimientos, reacciones y por tanto una subjetividad que ningún otro ser vivo, hasta ahora comprobable, tiene.

"For esempol": Estar ansioso porque una hora determinada llegue, mientras sólo se espera; logra que esa hora se perciba extensa. En cambio, estar en una reunión o fiesta agradable acelera -aparentemente. la hora. O haber estado en un lugar detestable durante días parecería ser un suplicio eterno, sin embargo haber estado durante días en un lugar deseado reduciría a más de la mitad el tiempo "real" que se estuvo.

Este ensayo, reflexión o como quieran nombrarle no se dirige a una revolución o reformación del tiempo, tampoco es una disertación filosófica, y mucho menos algo de carácter académico, sino que esta semana me ha parecido tan intensa, extensa, y sobre todo, han ocurrido muchos sentimientos bellos y de gran fuerza en sólo una semana. Pareciera como si hubiesen pasado meses o años, no sé; sólo que pensar en el tiempo sincronizado con los movimientos celestes con respecto al tiempo y lo que ahora siento parece no tener relación alguna.

Ahora sé que el tiempo como pretendemos concebirlo es absurdo pues somos humanos y un segundo llega ser eterno a causa de la intensidad, y posteriormente por la memoria que prolonga, a menudo, eternamente ese segundo. Ahora sé también que no importan los supuestos minutos u horas para decidir morir o para enamorarse, sino son las circunstancias, los hechos, incluso algo como metafísico (en su original acepción), y por ende a las personas.

Sólo una semana... Somos los buenos